Todo comienza el día en que finalmente te decides a moverte con los papeles. La gente se va, y tu sigues ahí esperando. El mundo no se va a detener por ti. Entonces, de una buena vez empiezas a averiguar que es lo que necesitas, y que tienes que hacer para tramitarlo.
A hacer solicitudes
Ahí empieza todo el asunto. Primero solicitar lo necesario: Te toca ir al registro civil para las partidas de nacimientos (y en vano llorarle al personal para que puedas sacar dos en un solo día), y claro, no olvides tampoco las constancias de residencia, con previa planilla impresa del CNE. Eso significa estar en el sitio a las 7:00am, hasta que empiezen a trabajar. Afortunadamente, son puntuales en esa oficina. Primer permiso en el trabajo pedido para poder asistir. Al final mi mamá fue quien logró conseguirme la otra partida de nacimiento. Porque una señora desasistida tiene mayor poder de convencimiento que uno.
Legalización de los documentos
Luego, a legalizar todo eso. Decirlo suena fácil, pero es otra odisea más. Ahora me tocó lanzarme al Registro Principal. Otro día más perdido, levantase al alba y esperar como borregos en la puerta del Registro. Prepárate para llevar timbres fiscales o planilla en su defecto, porque las primeras ya no se consiguen, como cosa rara en este país. Es más, ve antes para saber a que atenerte. Otra cola que hay que hacer fuera del registro (y ahora si que no te puedes sentar en el piso, porque ese piso si está sucio, no es el suelo de un centro comercial... Allí los borrachos si se orinan como si nada). Esperar. Luego ir a los días a buscar los documentos legalizados.
La montaña rusa que es apostillar
Mientras uno hace todo eso, tratas de cazar una cita para apostillar desde la página del MPPRE, en vano. Días y días pasan. Nada. Muchas personas avisan por las redes sociales sobre la apertura de citas, y todos esperan con una calma ansiosa. Necesito los documentos YA. EL CONSULADO NO VA A ESPERAR POR MI. Entonces un día caluroso y lluvioso de Agosto como a eso de las 12:35 am me llamaron por teléfono unos familiares, "Deborah, abrieron las citas, aprovecha". Ellos me llamaban de fuera, porque ya se habían ido meses atrás. Yo, la única que se quedó en Venezuela, estaba de guardia sin nada de señal, rondando por todas las esquinas como las chiripas que me salen en la noche cuando se me ocurre ir al baño antes de pegar los ojos en ese sitio, tratando de decirles que no estaba en mi casa, que no tenía internet y que necesitaba que ellos tomaran la cita por mi.
A fin de cuentas, usando el único teléfono de Cantv del sitio, que solo puede hacer llamadas dentro del municipio y recibir llamadas de otros números, logré que mi novio me llamara para poder explicarle la situación. ¿A quién más le iba a decir? Todo el mundo se había ido a dormir, mi mamá no sabe como usar las computadoras para esas cosas, y mi hermana probablemente no se iba a parar de la cama. Allí estaba yo, sola con todas las luces de la emergencia encendidas. Él pudo agendar la cita por mí, y también una para él. Mis compañeras de guardia estaban felices de que por fin había podido conseguir una, y para tan pronto. Yo estaba tan feliz que no podía creerlo.
Un fiasco más
La felicidad me duraría poco. A la mañana siguiente me desperté con la noticia de que todas las citas habían sido borradas del sistema. Otro calvario más. Y literalmente fue un via Crucis donde nos lanzaron del Registro Principal al SAREN en Caracas, hasta Cancillería, de vuelta al Registro donde se suponía que debíamos asistir al día de la susodicha cita. Entonces, solo le recibieron documentos y re-agendaron a unos pocos. El resto, que nos comunicábamos a través de un grupo de WhatsApp, nos quedamos con las manos vacías. Yo personalmente nunca fuí a ninguna de esas diligencias porque para el día en que a mi me tocaba ir, ya no le recibieron los documentos a más nadie. Según tengo entendido, solo a 3 personas de cientos les resolvieron. Del resto, "Deben esperar a que se abran las citas de nuevo a finales de Septiembre".
¿La segunda es la vencida?
Llegó el final de Septiembre y las citas se abrieron. El día fortuito en que eso ocurrió estaba donde mis tíos, acompañando a mi hermana que debía hacer un trabajo para la universidad. Como ese día nos habíamos quedado sin luz (que novedad), nos tocó usar su computadora. Ahí, de nuevo a través del ya mencionado grupo de WhatsApp me comunicaron que el sistema había abierto. Me apresuré a la pantalla y desplacé a mi hermana del sitio. Me tomó 2 horas aproximadamente, hasta que pude entrar a la página y tomar la cita para el 5 de Octubre.
Unos pocos días después llegó el momento de levantarse a las 5:00am y trasladarse hasta el Registro. Llegamos a 10 minutos para las 6. Hacía un frío brutal esa mañana, y yo había dejado mi suéter en la casa, ateniéndome al calor que haría durante el día. Yo era la número 25. Pasaron las horas, y mientras tanto desayuné en un negocio de empanadas del centro comercial donde está ubicada la oficina. Mi mamá, que siempre me acompaña, estuvo conmigo durante todo el proceso. Bueno, también se fue a curiosear las tiendas que habían abierto ya. Pasaron las horas. Pasadas las 9 de la mañana empezaron a atender. Pasaron al primer lote de 24 personas, las cuales tardaron casi una hora y media arriba. Nosotros estabamos esperando en fila en la planta baja, con nuestras planillas marcadas en la mano, impacientes.
Cuando el reloj marcaba 10:30, y ya yo me había dado por vencida (seguro que se cayó el sistema y no nos van a aceptar nada), bajó el primer lote de personas. Los siguientes 5 minutos consisteron en subir las escaleras, entrar a la oficina, entregar los papeles y recibir de vuelta una planilla que decía que debía regresar a retirar los documentos el día 9 de Octubre.
Aún no puedo cantar victoria
Los próximos días estarían llenos de reportes de personas a las cuales no les recibieron los documentos por "falta de sistema". Experiencias de personas que habían ido al mismo registro que yo, pero días posteriores, estaban llenas de historias como esas. Solo basta pasearse por las redes sociales para leer los comentarios de cientos de usuarios los cuales fueron regresados a sus casas, luego de esperar durante horas, con las manos vacías. A algunos les reprogramaron citas. En otros sitios les decían que el sistema les reprogramaría las citas de manera automática (¡Si, claro!). En algunos estados del país (incluyendo Carabobo), a los usuarios se les ha dicho que deben tomar nuevas citas a través de la sencilla y funcional página anteriormente mencionada, si, la misma en la que tardas horas, si es que puedes entrar, para poder introducir tu clave de acceso.
¿Qué pasará conmigo? No sé. Este lunes me toca averiguarlo. ¿Me devolverán los documentos sin apostillar? Espero que no, porque se que ha pasado. Solo me queda esperar.
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